sábado, 22 de diciembre de 2012

El tono del despertador

dos mil doscientos treinta y dos!!!!! mil euuuuuuuuuuuuros!!!! Esto ha sido lo primero que he oído esta mañana. el sorteo de la Lotería de Navidad. Pero ahora no quiero centrarme en esto, ni siquiera en la Navidad (a pesar de ser la época más esperada. Ya escribiré otra entrada sobre esta esperada ésta) Quiero dedicar esta entrada al sonido del despertador. Sí amigos, a ese agradable ruido que nos despierta todas las mañanas. La mayoría de las personas que usan este artilugio termina hartos de él. Yo uso el despertador de mi móvil, y para hacer más agradable el despertar, uso como melodía una de mis grandes pasiones: las BSO (Banda Sonora Original). Al usar este tipo de tonos, pensé que me despertaría con más alegría. Así que usé como despertador la banda sonora de carros de fuego. Terminé harto de esta canción. Se lo comenté a un amigo y me recomendó que fuera cambiando de canción, que cada semana probara una distinta, y así el despertar volvería a ser agradable. Me gustó la idea y decidí probar. Mentira. Estoy harto de las bandas sonoras de Braveheart, Gladiator, Up, El rey León, La vida es bella , Indiana Jones, Avatar, el Señor de los Anillos, Sin reservas, Piratas del Caribe, El Príncipe de Egipto y Toy Story. De ninguna manera es agradable despertar, ni con Adele.
En mi opinión si no queréis acabar hartos de vuestra música favorita, poneos el móvil en vibración y despertaros del susto.

sábado, 27 de octubre de 2012

No es locura, es surrealismo

El otro día me enteré de un dato interesante que me hizo plantearme un problema. Cuando estás loco vives sin saberlo, te consideras una persona normal y no piensas que puedas sufrir la locura... Espeluznante, pero por suerte tengo la seguridad de que no estoy loco, ¿por qué? Porque una vez me planteé la locura. Oh si, como oyes querido amigo. Es una larga historia, pero voy a intentar adaptarla para su total entendimiento a la hora de la lectura.
Todo empezó la semana pasada, camino del colegio. Eran la ocho y media de la mañana. Yo caminaba distraído pensando en un nuevo guión para una película (esa es mi tortura, no pueda parar de pensar nuevas historias). Cuando empecé a bajar la rampa me crucé con un profesor que antaño me había dado clases de matemáticas.
-Buenos días Don Andrés
-Buenos días Ignacio, ¿qué tal estás?
-Muy bien, ¿Y usted?
-Bueno, bien.
-¿Ha leído mi blog?
Silencio, se estaba planteando la respuesta.
-Sí.
- ¿Y le gusta?
Otra vez silencio, hizo una mueca con la boca.
- Está bien. Es una mezcla de realismo y surrealismo, está rozando el límite de lo real y lo imaginario. Tienes una manera de ver la vida un tanto abstracta.
Una manera de ver la vida abstracta... que profundo. Me llegó al corazón. Se me ha quedado grabada. Luego lo pensé mejor, ¿Y si esa manera de ver la vida es un síntoma de la locura?, ¿y si mi inevitable manía de pensar historias es otro síntoma? En aquel momento pensé que me estaba volviendo loco, pero un rato después se me encendió una bombilla. Vi la solución, tuve una inspiración divina: tengo que mezclar ambos conceptos. Con mi visión abstracta de la vida puedo hacer grandes historias, pasar a papel mis pensamientos y mis ideas.
He llegado a la conclusión de que si de verdad estoy loco, no me iría nada mal. Pero como he dicho al principio de esta entrada: no es locura, es surrealismo.
En mi opinión, si te ves identificado conmigo, no entierres tus talentos, multiplícalos. Y si no te identificas conmigo (que es lo más normal), te digo lo mismo, aprovecha lo que tienes para hacer grandes cosas.

domingo, 7 de octubre de 2012

¿Un sueño?

Siguió corriendo. Cada vez estaban más cerca. Se metió en una calle y... ¡Era un callejón sin salida! No podía hacer nada, ya casi lo tenían. De repente... se despertó... ¿se despertó?. Sí, se despertó, ¡se despertó!. ¿Te lo puedes creer?, un sueño. Solo era un sueño, un maldito sueño. ¿Tu te crees que todo puede terminar así? Que lo cojan y lo maten. Que le destripen o le mutilen, pero que no se despierte sin saber lo que pasa.
Pues sí, así acaban muchas historias. ¿Por qué?. Muy sencillo: tu te sientes inspirado y te pones a escribir. Escribes y escribes, y a medida que vas escribiendo se te van ocurriendo cosas, y las cuentas. De repente llega el final. El protagonista está en un apuro y no sabes cómo liberarlo, no va a venir un hipogrifo y lo va salvar (un hipogrifo es una criatura mítica que tiene la cabeza de un águila y el cuerpo de un caballo.) ¿Por dónde íbamos? A si, sería demasiado irreal que viniera un bicho de estos. Pero tampoco vas a matarlo, es tu héroe. Has contado todas sus extremas aventuras, es tu amigo. Para ti ya es real, es como si lo tuvieras a tu lado (si está a tu lado yo me preocuparía, llama a un psiquiatra) No lo puedes matar. Entonces acudes al recurso extremo. Lo despiertas. Y te quedas tan feliz.
Vamos a ver, no me creo que esté en apuros y se despierte antes de que le toquen. ¡Pues no!,¡tienen que cogerlo!. Como mínimo que se lo lleve a la guarida del malvado profesor Abrazoscariñosos (que nombre más terrorífico...) Seguro que alguna vez has sufrido una pesadilla. Yo una vez soñé que estaba en casa cenando y entraban dos hombres armados y mataban a todos. ¡A mi también! Y no me desperté... de hecho no me he vuelto a despertar... y ahora que lo pienso desde ese día nadie me contesta cuando le hablo y nadie me mira a los ojos... no sé, no importa. El caso es que alguna vez habéis soñado que os matan. Sí, y no pasa nada, no te preocupes, es normal. Luego despertáis y todo sigue igual.
Por otro lado, ¿por qué no puede morir un protagonista? Al fin y al cabo ya ha vivido muchas aventuras, quiero decir, que ya le toca morir. ¿Qué esperaba?, ¿vivir al límite toda su vida y no perder ni un dedo? no, no, no. Ya verás que Indiana Jones acabará muriendo. Ni látigos ni porras. Y el hombre araña, cogerán un zapato y lo chafarán. Perdonar mi pesimismo, es consecuencia involuntaria de la manía que tengo a que siempre pierdan los malos. ¿Por qué Garfio tiene que ser devorado por un cocodrilo y Peter Pan no? Si. Peter Pan acabará convirtiéndose en u bocadillo... ¿lo pillas?... Pan, bocadillo... No importa, no os riáis, ya lo hago yo. En fin, si escribís una historia, que no os de pena matar al protagonista. ¡Muerte a los protagonistas!, ¡viva los antagonistas!, ¡no a la tiraní... perdón, se me ha ido la cabeza.
En mi opinión, deberían ganar los antagonistas más a menudo. Porque en muchas segundas partes de las películas el protagonista es el mismo y el antagonista va cambiando. Cuando yo me dedique al cine haré películas de un tío muy muy malo que vaya aniquilando a todos los guaperas del gimnasio.
Quiero terminar la entrada con una frase muy apropiada: Más vale pájaro en mano que ciento volando.¿¡!?

sábado, 29 de septiembre de 2012

No hay nada mejor que Viena

Estoy en un apuro. Hoy es sábado. La semana ya casi ha terminado y no he escrito nada en el blog. ¿Qué hago?, ¿qué hago? Estoy atascado. Mi mente está taponada, obstruida, ¡no se me ocurre nada! Camino por la casa buscando inspiración, pero he aprendido que la inspiración no viene sola, hay que trabajarla. Me siento en la mesa del despacho. Enciendo el ordenador y miro el blog. NUEVA ENTRADA. ¿Qué escribo? El colegio ha comenzado, y cada día hay que estudiar más (Eso sí, sin agobios. Soy un hombre tranquilo)
¿Qué hago?, ¡¿qué hago?! Si no escribo esta semana perderé el ritmo, la rutina, y eso puede significar el final, el triste desenlace.... ¿Y si escribo sobre la vida en el colegio? No, demasiado típico, más adelante tal vez. Me pongo algo de música, pero no ayuda, Adele no me da ideas. Solo puedo hacer una cosa: huir del país. Sí, eso es lo que haré. En el cerdito tengo algo de dinero, cojo el martillo y me lo cargo, acabo con él.
Saldré corriendo de casa, correré hasta salir de la ciudad. Me montaré en un tren que me lleve hasta un lugar alejado, donde nadie pueda verme. Teruel, Teruel es el lugar perfecto. Allí me esconderé en... en...  ¡Cállate Adele, vete con el someone like you a otra parte!... ¿Por dónde íbamos? Ah si, Teruel. No. Demasiado arriesgado, está demasiado cerca... ¿Qué tal Girona? Allí podré dormir en algún sitio cerca del río Onyar. Espera... ¿Y si me despeino? No, demasiado arriesgado, aunque no estaría mal. Pero tiene que ser en algún lugar fuera de Esp... La península Ibérica... jeje... ¡En Austria!  Berlín, la capital de Austria. Es perfecto. Voy a buscar trenes en Internet  ¿Cómo? Se deben haber equivocado, aquí pone que la capital de Austria es Viena. ¡Menudo Fallo han tenido! Viena... jeje. Se han debido equivocar, querrían poner venía y han puesto Viena... pobrecillos. Pero bueno, yo a lo mío. Jo, me da pena irme. No puedo abandonar el tiempo loco de Zaragoza, los fines de semana en Teruel, los veranos en Girona, el día de navidad en Sant Cugat, las excursiones de Bronchales, el jamón, la familia, los amigos, el colegio, la Pilarica y tantas otras cosas buenas que tengo al alcance... Oye, que bien vivo. ¿Me voy a ir del país solo por no colgar una entrada? No. Yo me quedo donde estoy. Ya se me ocurrirá algo. Porque si hago este blog es para divertirme, y para que tú, si quieres, también te puedas divertir y entretener durante un corto periodo de tiempo.
Espera un momento... ¿Y si escribo sobre mi situación?. ¡Eso es!, ya tengo una entrada, pero... ¿Cómo la llamo?, ¿qué tal... No hay nada mejor que Viena? Sí, es perfecta. PUBLICAR. Voy a apagar el ordenador, pero voy a poner la página de renfe en favoritos, porque a lo mejor algún día ... Nunca se sabe, la semana que viene tengo que colgar otra entrada. Pero como dice el refrán... A quien madruga Dios le ayuda.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Como cada día


Como cada día Andrés García se levantó a las seis y media. Se aseó, se vistió, desayunó y cómo
cada día salió de casa a las siete. La puntualidad era su punto fuerte, no se retrasaba ni un
minuto. Como cada día a las siete y cuarto compró el periódico. Lo miró pasivamente, leyendo
solamente los titulares.

A las siete y media llegó al parque, y como cada día se sentó en el banco situado junto a la
charca. Como cada día, metió la mano en el bolsillo de su viejo jersey, y sacó unas migas
de pan. Empezó a alimentar a las palomas que se iban acercando. Como cada día, metió, a
las ocho se levantó, se quitó el jersey y se volvió a sentar. Cómo cada día, entre su vieja y
desgastada piel, se podía distinguir una leve sonrisa de despreocupación. Le gustaba ver la
gente pasar.

Como cada día a las diez en punto ya estaba de vuelta. Cogió la escoba y se puso a limpiar la
casa. Mientras limpiaba, iba cantando esa vieja canción que tanto le gustaba. Siempre con su
peculiar sonrisa.

Como cada día a las diez y media se sentó en su vieja silla de madera, pero ese día no se sentó
a dibujar. Cogió un folio y una pluma y empezó a escribir. A medida que iba escribiendo, se
le iba borrando la sonrisa de la cara. A las once y media terminó de escribir. Cogió los folios y
los introdujo con el singular cuidado con el que le caracterizaba en un sobre. Andrés se quedó
quieto. Una lágrima rodo por sus mejillas. Rápidamente sacó su pañuelo del bolsillo y se secó
la cara.

-Tranquilo, Andrés- Se dijo a sí mismo. Hizo un esfuerzo por recuperar la sonrisa.

Miró su reloj. Eran las once y treinta y cinco minutos. Iba cinco minutos tarde. Estuvo
leyendo cómo cada día hasta las doce y media. Se levantó guardo el libro y se dirigió hacia
su habitación. Se quitó el jersey y cogió una corbata. Se colocó la corbata frente al espejo,
mientras cantaba esa canción. Cuando hubo terminado miró sus ojos reflejados en el cristal. La
sonrisa volvió a desaparecer. Empezó a marearse. Se sentó encima de la cama.

-Andrés, no te vengas abajo. Eres fuerte, vamos. Levántate.- Se rascó la cabeza.- Venga,
llegamos tarde.

Salió de casa e intentó recobrar la sonrisa, cada vez le costaba más.

A la una menos cuarto llegó a su destino. Llamo al timbre. Un joven le abrió la puerta.

-Hola papá

-Hola hijo, ¿cómo estás?

-Bien, bien. Pasa, estoy terminando de hacer el arroz.

-No te preocupes, ve.- Mientras su hijo terminaba de preparar la comida entró en el salón.
Empezó a pasear. Mirando las fotos que había sobre la chimenea, esas viejas fotos que tantas
veces había visto ya.

Poco rato después estaban sentados en la mesa comiendo. Había un silencio incómodo.

-¿Qué tal en el trabajo?

- Bien, bien.

Silencio de nuevo.

-¿y tú?, ¿sigues pintando?- Esta vez fue su hijo quien preguntó

- Sí, cada día pinto un poco.

Cuando terminaron de comer se sentaron en el salón. El silencio era el mismo que el de la
comida.

-Papá

-Dime.

-¿por qué estás aquí?

- Explícate, no se a que te refieres.

-¿Por qué has venido?

-¿Qué?, ¿qué quieres decir? He venido a verte.

-¿A verme? ¿Estás cuatro años sin llamarme y de repente vienes a mi casa solo a verme?

- Mira hijo, quería estar contigo.

-¿Sabes? No me lo creo.

-Bueno, no se...

-¿Quieres algo más?

-No...

-Pues vete.

-Bueno, entonces me voy. Adiós.

-Adiós.

Cerró suavemente la puerta, acariciando el pomo. Salió a la calle. No miro el reloj, no le importaba qué hora era. Empezó a caminar lentamente.

Cuando llegó a su casa se quitó la corbata y se sentó en el sillón. De la mesa cogió ese sobre
que le había llegado el mes pasado del hospital. Cogió la carta que había escrito por la mañana
y se puso a leerla, una y otra vez. Como cada día a las diez y media se durmió.

-Señor García, siento la muerte de su padre

-Gracias.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Intentó agarrarse como pudo, se iba a caer. Finalmente se dejó caer, sin importarle la distancia que la separaba del suelo, ya no le importaba nada. Poco después llegó al suelo... Ese día empezó el otoño.

martes, 4 de septiembre de 2012

Diálogo espontáneo

Seguro que a más de uno le ha pasado que mientras va caminando por la calle decido a llegar a algún lugar del globo terráqueo con un objetivo claro, pensando en algún tema en concreto, o simplemente mirando el suelo procurando no caer al suelo, de repente alguien te interrumpe, te saca de tu mundo, te hace olvidar tus pensamientos más profundos.
- ¿Hola?, ¿Suglirresto?, ¿eres tu?- Te pregunta. Lo miras bien, no te suena de nada, jamás habías visto esa cara. O por el contrario, te suena de algo, pero no sabes de qué. ¿Un viejo amigo? No tienes ni idea, pero para no hacerlo quedar mal disimulas.
-¡¡¡¡¡ Heyyyy!!!! ¿qué tal?, ¿cuánto tiempo?, ¿como te va la vida?
-Muy bien, ¿y tú? Jo, que ilusión verte, cuanto tiempo sin vernos, ¿cuánto tiempo ha pasado? ¿4 o 5 años?- No entiendes nada, no sabes quién es, pero vas acumulando la información: hace cuatro o cinco años que no lo ves, esto puede serte útil. Sigue el rollo.
- Si, si, como poco, ¡Incluso seis años!
-Nooo, seis no, hace seis años yo todavía vivía en Madrid.
- Ah, es verdad. ¡Que tontería!- Otro dato más, lleva seis años viviendo aquí, antes vivía en Madrid.
- Oye, ¿y que tal el trabajo?, ¿a qué te dedicas ahora?
- Pues ahora estoy en un despacho, ya sabes, papeleo y esas cosas. ¿y tú?- Haber que contesta
- Yo sigo en lo mismo, de allí no hay quien me saque, jaja.- Vaya, ¿y ahora qué?
- Ah, es verdad que estabas en eso de... eso... ¿no?
- ¿Qué perdona?
- Nada, nada, estaba pensando en voz alta.
- Oye, ¿y qué haces por esta zona?, ¿vives aquí?
-Sí, aquí al lado, ¿y tú?
- Yo sigo en mi casa de siempre, no me he mudado ni nada, lo que pasa es que mi madre vive aquí al lado y vengo a verla cada día. ¿Te acuerdas de mi madre?
-¡Hombre!, claro queme acuerdo. Que mujer más buena... ¿Cómo está?
-Bueno, aguantado sigue con el problema ese... pero bueno.
- Ah, es verdad, lo debe pasar mal, pobre.
-Si, si... Oye tengo que irme, pero dame tu número y te llamo para tomar algo mañana.
- Eh... si. 555 343 752.
-¿Has visto mi móvil nuevo?
- Si, qué bonito, ya no tienes el de antes.
-Oye, mi móvil es 555 432 509.
-De acuerdo, gracias.- ¿Y ahora que pongo como nombre de contacto?
- Oye, pues te llamaré y te vienes a casa a tomar algo, ya sabes dónde es.
-Hombre, claro que sé dónde es.
-Bueno, pues me voy, oye que alegría verte he.
-Si, si. Bueno hasta mañana entonces.
Se ha ido, ¿qué hago? no puedo dejarle plantado, sabe dónde vivo, tiene mi móvil. Solo puedo hacer una cosa: hacer la maleta, coger todo el dinero del banco y huir del país.
En mi opinión es lo más sensato que se puede hacer en este tipo de casos.

jueves, 30 de agosto de 2012

Qué hacer en un ascensor

Muchas veces a lo largo de la semana, montamos en un ascensor: para subir a casa, ir a trabajar, ir al médico... Normalmente el trayecto no dura más de un minuto, por lo que no tenemos tiempo de hacer grandes cosas. El problema es cuando vamos en éste, tranquilamente, y de repente se para bruscamente. Al principio no reaccionamos, tampoco sabemos qué hacer. Pero después de 10 segundos empezamos a asimilar la situación. Estamos encerrados. Nuestra reacción puede variar, pues depende del momento del día en que nos encontremos. Tampoco quiero centrarme mucho en las posibles reacciones. Yo me quiero centrar en qué hacer en estos casos:
-Siéntate en el suelo.
-No pierdas la calma, tenla siempre a vista porque si no se escapará.
-Canta alguna canción que te haga sentir bien.
-El calor irá aumentando, quítate el peso que lleves encima.
-No dejes de cantar.
Cuando lleves cinco minutos empezarás a oír una voz: "Juanaaa, Juanaaa" (siempre y cuando te llames Juana, si no, no te vas enterar. La voz puede ir diciendo Juana, Juana, tu seguirás a tu rollo. ) Esto pasa porque siempre hay alguien al lado del espejo (por ejemplo el otro día estuve yo. Empecé a decir Juanaa, Juanaa. Se levantó y me dijo "yo me llamo Miguel") El caso es, que oyes que alguien al otro lado del espejo empieza a decir tu nombre. Si te ocurre esto tienes que levantarte, mirar al espejo y decir:
-¿Ho...hola?- En el espejo solamente verás tu reflejo, pero no te preocupes, alguien te contestará.
-¿hola?, ¿qué tal?- Esa será la respuesta de la voz.
- Bien, ¿quién eres?
- Soy el espíritu protector del ascensor.
-¿En serio?
- No, era broma. Soy producto de tu imaginación.
A partir de aquí la conversación puede ir variando dependiendo de tu estado de ánimo y del momento del día en el que te encuentres. La conversación durará hasta que te rescaten o hasta que el ascensor vuelva a funcionar.
Esto ocurriría en el caso de que el ascensor tuviera espejo. Si no tiene espejo, llama para pedir ayuda.

lunes, 13 de agosto de 2012

Si el picaporte pudiera hablar


En un edificio, podemos encontrar distintos instrumentos útiles y necesarios. Cada uno de estos tiene una función distinta, que lo hace especial. Pero lo que poca gente sabe, es que cada uno tiene una personalidad distinta. Desgraciadamente, nunca sabremos cómo es cada uno, puesto que si una cosa tienen en común, es la discreción. Solo hablan cuando nadie les mira. Y sus voces son tan suaves que no son alcanzables al oído humano. 
Podemos imaginarnos cómo será la personalidad de cada instrumento. Por ejemplo, yo siempre me he imaginado a la televisión como alguien sabio. Alguien que como ha oído muchas cosas a lo largo de su existencia, presume de saber mucho. A una bombilla, me la imagino como aquel amigo que siempre intenta guiarnos al buen camino a través de sus consejos. Un teléfono, sería como aquella anciana que "por casualidad se entera de todas las conversaciones". 
De todos estos instrumentos, el que más me llama la atención, es el picaporte. El picaporte es aquel que habla poco. Aquel que piensa antes de hacer las cosas. Aquel que con solo tocar a una persona sabe exactamente si tiene alguna preocupación o por el contrario alguna alegría. Si tiene algún dolor o si está pasando un buen día.  Es aquel que si te acercas y le pides que te cuente algo ocurrido, te puede explicar una historia maravillosa. Sobre todo si es un picaporte antiguo. Gracias a su experiencia, sabe exactamente  qué puede hacer para subirte la moral.
El otro día estuve en un pueblo que había sufrido las consecuencias de la guerra civil. Y allí había una casa que había soportado esta catástrofe. En la puerta de dicha casa, había un picaporte, un bonito picaporte de un dragón. Me lo quedé mirando pensativo. Si pudiera hablar, ¿qué contaría?  Podría contar historias tristes, historias curiosas, historias entretenidas, e incluso historias bonitas.
Esto me hizo reflexionar: un picaporte acumula miles de historias que inspirarían cientos y cientos de libros. Pero no. Se lo calla todo. Es un ser prudente, al fin y al cabo así lo ha hecho la experiencia.
Ahora, queridos lectores, os animo a que cuando veáis un picaporte, lo miréis fijamente. Os devolverá la mirada, y os servirá como fuente de inspiración, pues sabe bien qué necesitáis.
En mi opinión la función del picaporte de abrir y cerrar puertas es secundaria, en realidad es el mejor psicólogo, el que solo con la mirada te hace sentir bien.

martes, 7 de agosto de 2012

El poder de la imaginación

No hay nada mejor para desarrollar tu imaginación que el aburrimiento. Inconscientemente, el aburrimiento nos lleva a la meditación, y la meditación a las buenas ideas. Es decir, cuando estamos aburridos, dejamos que nuestra mente busque un tema con el que entretenernos, y de esta manera nos vienen cientos de ideas a la cabeza. Gracias a estas ideas podemos dejar que nuestra imaginación se mezcle con el entorno que nos rodea. 
En mi opinión, el aburrimiento no es malo, siempre y cuando sea frecuentado no muy a menudo. Un breve rato de aburrimiento (repito, muy breve) nos despeja la mente, y ocurre este proceso explicado en el párrafo anterior, llamado "proceso imaginativo". También hay que decir, que gracias a este proceso podemos encontrar el modo de hacer una tarea útil (por ejemplo escribir).
El otro día me puse a realizar las tareas de verano. Una vez hube terminado me quedé sentado aburrido, es decir, reflexionando. De repente vi que el estuche se empezaba a abrir. Me quedé un poco sorprendido. Pero en vez de actuar, la curiosidad me invitó a esperar a ver lo que ocurría. Cuando la cremallera del estuche se hubo abierto, empecé a notar movimiento. Me quedé sorprendido cuando vi levantarse al bolígrafo de color rojo. Este, empezó a moverse por encima de la mesa, asimilando la situación. de golpe se giro y vio que de detrás de la carpeta aparecía la pequeña y verde goma. El bolígrafo empezó a retroceder un poco asustado, mientras que la goma se movía con un paso lento pero preciso. De repente la goma silbó, y súbitamente apareció la aguja del costurero, que casualmente había ido a parar a mi dormitorio. La aguja, empezó a correr hacia el bolígrafo. Esta arrastraba consigo un hilo de color amarillo chillón. Empezó a rodear al bolígrafo atándolo con el hilo. Yo no sabía que hacer, no entendía lo que estaba pasando, no entendía como era posible que los objetos que había encima de mi mesa podían haber cobrado vida. Lo más asombroso no había ocurrido todavía. La goma observaba sin decir nada. Un grito de batalla hizo que los tres objetos miraran hacia arriba. En lo alto de la estantería se encontraba nada más y nada menos que la tijera de mi estuche. Esta saltó cayendo de una forma acrobática sobre la mesa. La goma, asustada, se metió dentro del estuche, y la aguja volvió rápidamente al costurero. La tijera con cara de victoria se acerco hacia el bolígrafo liberándolo del hilo amarillo que lo rodeaba. De repente, sonó el timbre y me dirigí corriendo a abrir la puerta.
-Hola, buenos días.
-Hola buenas, ¿vive aquí Paquita?
-No, es un piso más arriba
- De acuerdo. Lo siento y gracias.
- Nada. Hasta luego.
Cuando llegué a la habitación, encontré todo en orden. La aguja en el costurero y el resto de cosas dentro del estuche. Me sorprendió un poco. Y mientras me dirigía hacia la piscina me quedé pensando si lo que acaba de ocurrir había sido producto de mi imaginación, o que cada objeto tiene vida propia. 
En mi opinión todo tiene vida propia siempre y cunado nosotros queramos. Y que en mi opinión la función de cortar de la tijera, es solo una función secundaria, su verdadera función es salvar el mundo.

sábado, 4 de agosto de 2012

Las agujas del reloj

Quiero dedicar una entrada a hablar del maravilloso mundo de las agujas del reloj. Es un tema que no se lleva mucho en las conversaciones, pero que a todo el mundo le fascina.
Todos en casa tenemos relojes, de todos los tipos y colores. El más impactante es el reloj de pared, que normalmente se puede encontrar en una cocina, un salón, un despacho... Muy a menudo cuando estamos en casa, no tenemos nada que hacer y nos aburrimos. En estos momentos ocurre que la magia de las agujas del reloj nos hipnotiza. Toda persona que conozco, sin excepciones, varias veces se sienta a contemplar el reloj, a esperar con ansia que la aguja que marca los minutos se mueva, e incluso hay quien intenta captar el ligero movimiento de la aguja que marca las horas.
Lo más fascinante del reloj, es que muchas veces lo usamos como fuente de inspiración, es decir, que cuando contemplamos ensimismados un reloj, nos vienen grandes ideas a la cabeza (esta entrada se me ocurrió mirando fijamente un reloj).
La mayoría de las veces, miramos el reloj para saber la hora, y nos da la sensación de que la aguja que marca los segundos se ha parado. Este fenómeno es otra de las causa por las que nos pasamos un minuto mirando el reloj.
En mi opinión, la función de marcar las horas que tiene el reloj, es una función secundaria, en realidad el reloj está creado para abrir nuestra imaginación y poder inventar cualquier historia.