domingo, 14 de diciembre de 2014

Los perfiles del perfil

- Oye, me alegro de verte. Seguiremos en contacto.
- Estupendo, tienes mi móvil?
-Eh... creo que no.
- Apunta, 699 29 82 74
-muy bien, ¡nos vemos!

Comúnmente se repite esta situación en nuestras vidas. Hoy en día, la gente enterada, la gente actualizada, la gente adaptada, es decir, la gente cotilla, cuando apunta un nuevo contacto en su teléfono, muchas veces, lo primero que hace, es mirar su perfil de Whatsapp. He de reconocer que yo me incluyo dentro de este grupo, pero es por una buena razón.
Cuando conoces a una persona, rápidamente preguntas a amigos comunes sobre su personalidad, sobre sus gustos, sobre sus tendencias o sus formas de pensar. Esta actitud, única y exclusivamente humana, se ha visto facilitada en los últimos años gracias a la informática, y más especialmente al Whatsapp. A día de hoy, se puede decir que el perfil de Whatsapp es el espejo del alma. 
Para aquellas personas que se niegan a entrar en el universo del teléfono blanco dentro de un bocadillo verde, quisiera recomendarles que, a no ser que tengan un argumento convincente, entren en el mundillo. No me pagan por decirlo, pero el Whatsapp es uno de los grandes inventos de este siglo. El inventor de esta aplicación ha conseguido crear la mayor red de información instantánea de todos los tiempos, un gran logro, enhorabuena. (aunque hay que decir que, como casi todo, el "wasap" tienen un gran riesgo de adicción)
Pues bien, como decía, el perfil consta de dos elementos fundamentales: la foto y la frase de estado. Yo no soy psicólogo, pero me gusta elaborar mis propias teorías. Hay muchas tipos de personas. Quien no tiene foto, muchas veces es por pura simplicidad, es gente sencilla, tal vez un poco desconfiada. Quien en vez de tener una foto suya, tiene una foto de un paisaje o algún elemento de la naturaleza (véase flor, fruta, árbol), suele ser gente sensible, gente detallista, gente que produce paz y tranquilidad. Quien tiene una foto de su familia, es gente agradable, gente entregada y gente satisfecha y agradecida. Quien tiene un escudo, o la foto de un jugador, o de un actor, o de un líder religioso o ideológico, es gente apasionada, gente que disfruta de la vida e incluso gente que se propone metas altas. Quien tiene una foto en la que aparece junto a un famoso o junto a un líder político, es gente orgullosa, gente presumida, gente sin prejuicios.
Podríamos continuar durante horas, pero no es necesario. Si quieres comprueba esta teoría, ya verás como en muchas ocasiones se demuestra. Como decía al principio, en mi opinión, el perfil es el espejo del alma, es lo que, a veces sin quererlo, muestra a los demás aspectos muy concretos de nuestra personalidad.

sábado, 8 de noviembre de 2014

El sonido del recuerdo

Dícese y oyese que, hoy en día, la gente joven puede pasar largas horas escuchando música. Hay muchas teorías u opiniones al respecto. Hay quien piensa que esto se debe a que esta juventud hemos nacido en un mundo acostumbrado al ruido allí donde se vaya, y escuchar el silencio incomoda o provoca náuseas. Otros dicen que necesitamos la musica porque somos incapaces de pensar por nosotros mismos, y poder escuchar a Pitbull decir: "que no pare la fiesta" nos sirve de gran ayuda para tomar importantes decisiones.
Pero el sentido o la finalidad de la música va más allá. Para algunas personas mayores, esta teoría sacada de mi bolsillo puede ser difícil e incluso imposible de entender. Las opiniones que he expuesto al principio de la entrada, son, en muchas ocasiones, ciertas. Pero no solo le ocurre a la gente joven, pues mucha gente adulta, mientras realiza acciones cotidianas, instintivamente  tararea o canturrea el ritmo de una canción (hay quien incluso acompaña su íntimo concierto dando golpecitos  con los dedos en una mesa).
Seguro que te ha ocurrido, querido lector, que estando en un supermercado o con la radio del coche encendida o caminando por la calle, oyes una canción que te llama la atención. Seguramente al resto de seres humanos que tengas a tu alrededor les será indiferente, pero a ti te emociona. Al oír esa canción te recuerda a un momento de tu vida o a un hecho concreto que, no se sabe bien por qué, tu cerebro quiso archivar y quedó olvidado en algún lugar de tu cabeza. Puede hacerte sonreír o hacerte llorar. 
En mi opinión, estos momentos (a los que me gusta llamarles brain's voice) son una prueba de que toda nuestra vida va acompañada de una melodía. No siempre es la misma, pues depende de nuestra situación o nuestro estado de ánimo, pero siempre nos resulta muy agradable. Hay quien utiliza la musica como un simple medio placentero, pero en realidad, la música es la voz de nuestro cerebro, su forma de expresarse y de hacernos ver las cosas.

jueves, 10 de julio de 2014

Y corriendo se acostó para que el apuesto príncipe pudiera al fin vencer al temible dragón.

miércoles, 29 de enero de 2014

El olor de la tristeza

Nueve de la tarde, con las últimas fuerzas del día consigues arrastrar tu cuerpo hasta el portal de casa. Con un movimiento rápido metes tu mano en el bolsillo del pantalón y sacas las llaves de casa. Mientras sujetas el manojo vas buscando la clave indicada que introducirás en la cerradura para así, al fin, abrir la puerta que te resguardará del frío que inunda la ciudad cuando el sol termina su turno. Caminas lentamente hacia esa máquina que tantas veces te ha salvado la vida, el ascensor. Solo de verlo se te dibuja una sonrisa en la cara, pero a medida que te acercas hacia tu gran amigo, te das cuenta de que hay algo en él que no cuadra. Hay algo que no estaba esta mañana, ni ayer. Una sensación de agobio y opresión te invade rápidamente. Te temes lo peor. Cuando por fin estás a un palmo de la puerta metálica confirmas tus sospechas. Es un folio sujeto a la pared con una tira de celo, y con la tan odiada letra del conserje está escrito: ASCENSOR AVERIADO. POR FAVOR, DISCULPEN LAS MOLESTIAS.
Coges fuertemente la barandilla y comienzas a subir las escaleras con una enorme tristeza, pero sin perder la dignidad. A medida que te vas acercando hacia el primer piso, tu olfato de roedor detecta un agradable aroma a bacon y huevos fritos. Solo de pensar en la sensación de mojar el pan tierno en la yema, se te hace la boca agua.
Sigues subiendo, tal vez con una sensación diferente. El agradable perfume se esfuma lentamente pero, antes de que desaparezca, por completo aparece otro olor tan gratificante: el olor a bizcocho recién hecho. Te imaginas partiendo lentamente con las manos el esponjoso bollo, mientras un hilo de vapor caliente sale de su interior empapando de paz y tranquilidad todos los rincones de la casa .
Ahora te sientes totalmente calmado. Subes las escaleras casi levitando, pero una tercera fragancia te hace poner los pies en el suelo. Reconoces ese olor, intentas subir más rápido para no tener que olerlo. Es inútil, ya has llegado al tercero. Muy asustado abres la puerta de casa. Te diriges hacia la cocina y ves a tu padre haciendo los bocadillos.
- Hola papá
- Hola, ¿qué tal?
- Muy bien. ¿Qué... hay... para cenar?
-Acelgas.