sábado, 27 de octubre de 2012

No es locura, es surrealismo

El otro día me enteré de un dato interesante que me hizo plantearme un problema. Cuando estás loco vives sin saberlo, te consideras una persona normal y no piensas que puedas sufrir la locura... Espeluznante, pero por suerte tengo la seguridad de que no estoy loco, ¿por qué? Porque una vez me planteé la locura. Oh si, como oyes querido amigo. Es una larga historia, pero voy a intentar adaptarla para su total entendimiento a la hora de la lectura.
Todo empezó la semana pasada, camino del colegio. Eran la ocho y media de la mañana. Yo caminaba distraído pensando en un nuevo guión para una película (esa es mi tortura, no pueda parar de pensar nuevas historias). Cuando empecé a bajar la rampa me crucé con un profesor que antaño me había dado clases de matemáticas.
-Buenos días Don Andrés
-Buenos días Ignacio, ¿qué tal estás?
-Muy bien, ¿Y usted?
-Bueno, bien.
-¿Ha leído mi blog?
Silencio, se estaba planteando la respuesta.
-Sí.
- ¿Y le gusta?
Otra vez silencio, hizo una mueca con la boca.
- Está bien. Es una mezcla de realismo y surrealismo, está rozando el límite de lo real y lo imaginario. Tienes una manera de ver la vida un tanto abstracta.
Una manera de ver la vida abstracta... que profundo. Me llegó al corazón. Se me ha quedado grabada. Luego lo pensé mejor, ¿Y si esa manera de ver la vida es un síntoma de la locura?, ¿y si mi inevitable manía de pensar historias es otro síntoma? En aquel momento pensé que me estaba volviendo loco, pero un rato después se me encendió una bombilla. Vi la solución, tuve una inspiración divina: tengo que mezclar ambos conceptos. Con mi visión abstracta de la vida puedo hacer grandes historias, pasar a papel mis pensamientos y mis ideas.
He llegado a la conclusión de que si de verdad estoy loco, no me iría nada mal. Pero como he dicho al principio de esta entrada: no es locura, es surrealismo.
En mi opinión, si te ves identificado conmigo, no entierres tus talentos, multiplícalos. Y si no te identificas conmigo (que es lo más normal), te digo lo mismo, aprovecha lo que tienes para hacer grandes cosas.

domingo, 7 de octubre de 2012

¿Un sueño?

Siguió corriendo. Cada vez estaban más cerca. Se metió en una calle y... ¡Era un callejón sin salida! No podía hacer nada, ya casi lo tenían. De repente... se despertó... ¿se despertó?. Sí, se despertó, ¡se despertó!. ¿Te lo puedes creer?, un sueño. Solo era un sueño, un maldito sueño. ¿Tu te crees que todo puede terminar así? Que lo cojan y lo maten. Que le destripen o le mutilen, pero que no se despierte sin saber lo que pasa.
Pues sí, así acaban muchas historias. ¿Por qué?. Muy sencillo: tu te sientes inspirado y te pones a escribir. Escribes y escribes, y a medida que vas escribiendo se te van ocurriendo cosas, y las cuentas. De repente llega el final. El protagonista está en un apuro y no sabes cómo liberarlo, no va a venir un hipogrifo y lo va salvar (un hipogrifo es una criatura mítica que tiene la cabeza de un águila y el cuerpo de un caballo.) ¿Por dónde íbamos? A si, sería demasiado irreal que viniera un bicho de estos. Pero tampoco vas a matarlo, es tu héroe. Has contado todas sus extremas aventuras, es tu amigo. Para ti ya es real, es como si lo tuvieras a tu lado (si está a tu lado yo me preocuparía, llama a un psiquiatra) No lo puedes matar. Entonces acudes al recurso extremo. Lo despiertas. Y te quedas tan feliz.
Vamos a ver, no me creo que esté en apuros y se despierte antes de que le toquen. ¡Pues no!,¡tienen que cogerlo!. Como mínimo que se lo lleve a la guarida del malvado profesor Abrazoscariñosos (que nombre más terrorífico...) Seguro que alguna vez has sufrido una pesadilla. Yo una vez soñé que estaba en casa cenando y entraban dos hombres armados y mataban a todos. ¡A mi también! Y no me desperté... de hecho no me he vuelto a despertar... y ahora que lo pienso desde ese día nadie me contesta cuando le hablo y nadie me mira a los ojos... no sé, no importa. El caso es que alguna vez habéis soñado que os matan. Sí, y no pasa nada, no te preocupes, es normal. Luego despertáis y todo sigue igual.
Por otro lado, ¿por qué no puede morir un protagonista? Al fin y al cabo ya ha vivido muchas aventuras, quiero decir, que ya le toca morir. ¿Qué esperaba?, ¿vivir al límite toda su vida y no perder ni un dedo? no, no, no. Ya verás que Indiana Jones acabará muriendo. Ni látigos ni porras. Y el hombre araña, cogerán un zapato y lo chafarán. Perdonar mi pesimismo, es consecuencia involuntaria de la manía que tengo a que siempre pierdan los malos. ¿Por qué Garfio tiene que ser devorado por un cocodrilo y Peter Pan no? Si. Peter Pan acabará convirtiéndose en u bocadillo... ¿lo pillas?... Pan, bocadillo... No importa, no os riáis, ya lo hago yo. En fin, si escribís una historia, que no os de pena matar al protagonista. ¡Muerte a los protagonistas!, ¡viva los antagonistas!, ¡no a la tiraní... perdón, se me ha ido la cabeza.
En mi opinión, deberían ganar los antagonistas más a menudo. Porque en muchas segundas partes de las películas el protagonista es el mismo y el antagonista va cambiando. Cuando yo me dedique al cine haré películas de un tío muy muy malo que vaya aniquilando a todos los guaperas del gimnasio.
Quiero terminar la entrada con una frase muy apropiada: Más vale pájaro en mano que ciento volando.¿¡!?